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Cómo abordar un artefacto mágico: los poemas como designios. “POEMANCIAS”

Por: Juan Manuel Rivas

Micaela Mendoza (Bolivia) y Adrell Romero (México), Poemancias, Editorial Perro Negro, 2020, Bolivia.


Como definir la crispación de la marea cuando el viento dibuja su suave ondulación o como cincelar la madera reblandecida por la humedad del tiempo siniestro. Hay cosas que no se pueden describir tan fácilmente. “Poemancias” (2020, Editorial Perro Negro: Bolivia), de las poetas y transmutadoras Micaela Mendoza, boliviana, y Adrell Romero, mexicana, es a todas luces un libro oracular, un poemario de alcances proféticos y que funciona como tarot, donde cada carta unge al poema al lugar que siempre ha debido tener: un designio procedente de las profundidades del alma. Si bien el concepto de la obra transita por las mancias propias del devenir mágico, también quedan de manifiesto temas propios del mundo conocido de las autoras. Es extravagante señalar que este proyecto comenzó por vía mántica, pero así lo expresa una de sus autoras, Micaela Mendoza, quien habita las alturas de Bolivia y agrega que este juego de puertas se inició a través de una conexión astral con Adrell, la otra autora, quien vive en México: “Comenzamos a tirar las cartas a distancia y a hacer rituales y después a realizar el estudio de los símbolos y de ahí fueron saliendo los poemas”. Asimismo, se unió a esta aventura la diseñadora y taromante Carla Spinoza, quien proveyó de surrealismo y arte al proyecto. Según agrega Mendoza “el proceso fue detallado, largo, contemplativo y lleno de ceremoniosidad, pero el resultado vale la pena puesto que hace su ciclo vital en las manos de cada persona, es un oráculo literario finalmente”, sentencia la poeta.

De esta forma, el libro es un artefacto repleto de lecturas que, a partir de arcanos y símbolos, trasuntan temáticas sagradas como la fertilidad, el renacimiento, la comunión entre el hombre y la mujer y sobre todo la eternidad de los ciclos sagrados de la naturaleza. En este punto el libro imprime un rol trascendental a la madre tierra quien es capaz de barajar los conjuros con su poder creador, su poder transmutador. Así se puede apreciar en los siguientes versos.



“Las flores madres tiñen los higos, bañan las mazorcas consagradas, brotan plumas, encarnación del amor”.

(Del poema “Espira, mapa del mundo”)





Micaela Mendoza (Bolivia) y Adrell Romero (México), Poemancias, Editorial Perro Negro, 2020, Bolivia.


A su vez, los roles de género como una destinación de poderes, abundan en el poemario. Si bien el trabajo tiene una esencia feminista evidente, de hecho, el mazo tiene cuatro reinas omnipotentes, el hombre también es parte de la cosmogonía y forma parte del equilibrio natural. Es así que la figura masculina resalta como un vigilante estelar, un capataz que brinda la fuerza para resistir el orden natural.


La mujer tiene un rol preponderante, omnipresente en estas poemancias. Así, a veces pareciera que asistimos a una liturgia del principio de los tiempos, donde vivíamos en una visión matriarcal, en insuprimible vinculación con la fecundidad de una diosa naturaleza a la vual se le honra a cada momento y en todo suspiro.

De esta suerte la figura de la mujer emancipada, ultra poderosa y avasalladora. está presente en casi todos los presagios y actúa como una declaración de principios en poemas como en “Reina de Espadas”:


“yo soy la que soy Lluvia que desvanece La nervadura del caos.” En uno de los arcanos incluso declara: “Él no existe, yo soy la creadora.”

En otros versos la subversión la lleva a desempeñar un rol más activo, pero más violento como una deidad oriental que transmuta la violencia en creación:


“Ella cava túneles/ escupe patillas/ estira pelucas/ acaricia espinas/ patea puertas/ corre malherida.”

(De “Le Mat”)


La mujer asume el riesgo y enfrenta su destino con la seguridad de que su alma permanecerá inmutable en la naturaleza, circulando en su interior. A su vez, impone el orden de los astros e irrumpe con su impronta rupturista. Las mujeres en esta dimensión oracular no son rebeldes por naturaleza: son la rebeldía dentro de la naturaleza misma:

“La loca aquella atrevida que desbordó la línea punteada y saltó por la muralla de contención”

De “Le Mat”)




Ciertamente que las féminas asumen una faceta casi mutada y monstruosa en algunos pasajes de este etéreo artefacto que plasma los diversos roles que ha representado en este mundo material con el propósito de perdurar. El notable poema-oráculo “Madame Muerte” da cuenta de ello:

Madame muerte viste de duelo frígido Satírica catrina ejecuta el rito vertebral Señora calavera degusta carne ajena La huesuda vocifera por sus restos Mujer esqueleto decapita a carcajadas

Otro ingrediente que macera el conjunto es el componente sónico de la obra que se devela en la musicalidad como mantras de los versos proféticos o en algunos conceptos y palabras como ocarinas, armonías, cascabeles que van y vienen o en frases poéticas que aumentan esta sensación de sonoridad:

“La evolución resuena como un fagot angélico”

Sin duda esta arista representa la formación musical de Micaela, quien además de ser poeta e intérprete es experta en musicoterapia.

Asimismo, el sincretismo de lo estrictamente mágico con el mundo indígena, la fauna y las deidades andinas, egipcias y mundiales imprimen un tono solemne y chamánico a este trabajo lleno de detalles y con una propuesta clara de ser una ofrenda y un juego sagrado antes de un poemario convencional. Y el último verso de “Le Morte” lo sentencia así: “¡Tómame a mí, / Yo no muero / trasciendo!”

Como último consejo: la experiencia uno la elige. Estas “Poemancias” pueden ser un artefacto, un libro-tarot de alcances mágicos o quizás una tríada abierta, un mapa-Aleph-Borges que abarca todos los puntos del espacio, un pentáculo de voces sagradas que se imprimen en este maso adivinatorio. Quizás un palantir literario; acaso un sortilegio.



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